miércoles, 26 de diciembre de 2007

NI MÁS, NI MENOS.


Hace cuatro años del último álbum de Divididos, sí tenemos en cuenta que aquel material es un show en vivo, llevan seis años sin nuevo trabajo. Ante esta situación uno sabe que ir a un show de la aplanadora es ir a ver algo conocido, demasiado quizá. Nada de sorpresas. Se mantiene una lista base que puede sufrir algunas variaciones como un tema más de Hendrix, varios de Sumo, un set más desenchufado, algún tributo a Papo, los solos pueden alargarse. El panorama parece ser poco alentador para ir hasta un local a sacar la entrada y desembolsar los ahorros (xq se están poniendo grandes y burgueses los señores). Sin embargo, si uno mira la agenda, son pocos los fines de semanas libres. En capital y gran buenos aires no hacen publicidad salvo para los mega festivales. A pesar de eso agotan localidades, los lugares explotan, incluso aquellos que pueden estar lejos del bolsillo rockero.¿Cómo se explica esto? yendo a verlos. Ahí se encuentran todas las respuestas al fenómeno. Se asiste a los conciertos sabiendo que nada va a sorprender, conociendo todo lo que sucederá pero empiezan a tocar y el hechizo comienza. Una bola sonora perfectamente ejecutada te pasa por arriba, te aplana sin dejar casi rastros de vos. Ese “casi” libera una porción de tu conciencia, la suficiente como para sentir eso que está pasando. Frente a vos una tremenda banda de rock está sonando.¿Se los puede acusar de “ladrones”? Sí, pero ¿quién puede creerlo? Nadie que los haya presenciado un show al menos. Sin dudas que ante semejante respuesta del público se relajan más en la salida del nuevo material y claro que tocan por la plata. Es su modo de vida, su fuente de trabajo pero a nadie que los haya visto le pueden quedar dudas que también lo hacen por placer, por gusto, porque son felices haciendo música. Y el que no cree, que vaya y se detenga en cada gesto, en cada movimiento que hacen al tocar. ¿Qué más se les puede pedir? Tocaron gratis, en teatros, al aire libre, en el medio de las montañas, en los templos del rock, para 300 personas como para 70.000. Acústicos y super enchufados. Con varios invitados y los tres solitos. Tocan de forma sublime. Es ahí donde siguen sorprendiendo. Se cuelgan los instrumentos y empiezan hacerlos sonar como nadie. No se les puede pedir más, se les debe agradecer por tanta música.

1 comentario:

Luce dijo...

Bueno Lumi, o Luli, o Ludmi, un placer como siempre poder escuchar o leer sus opiniones. Estoy con ganas de algo nuevo, pero si tengo la plata en el bolsillo voy a verlos igual! Cómo me gustan, y todo gracias a usted.
Cómo estuvo Catupé en Temperley? y no dijo nada del Gran Rex!
Espero comentarios!
Luce.